De profesión: mis labores.

     Últimamente respondo así a quien me pregunta por mi profesión, o también lo hago con este otro tópico de parecida carga machista, cuando alguien me interpela sobre mi dedicación actual. Me dedico, respondo, a las tareas propias de mi sexo.
     Con estas respuestas tan fuera de lugar (en apariencia) quiero justificar porque llevo varios meses sin colgar  ningún escrito en mi bitácora. Básicamente son dos los motivos:
     Por un lado, un cierto hartazgo por mis vanos intentos de publicar algunos de mis artículos en periódicos de tirada nacional.
     Por otro, la falta de tiempo para ocuparme de la gestión de mi blog, debido a que últimamente me ocupo de eso, de las tareas propias de mi sexo. Recientemente dos de mis hijas se han venido a vivir conmigo, lo que me causa gran felicidad y no pocas ocupaciones: preparar desayuno, comida y cena. Hacer la compra, limpiar (lo que ve la abuela) y ordenar la casa. Lavar y tender la ropa, plancharla (casi nunca). Apoyar diariamente el estudio de ellas, en aquellas materias de las que algo se (de otras ni puñetera idea).

     No me lo explico, no me puedo imaginar de donde saca tiempo, ni ganas, el sexo débil para leer o escribir unas líneas después de hacer todo aquello,  además de trabajar  fuera de casa y de realizar otras muchas labores patriarcalmente asignadas. Hay muchas que lo hacen, y hasta encuentran tiempo y ganas para ser unas amantes apasionadas.
     Algo más experimentado en estas lides y por tanto más organizado, voy a tratar de recuperar mi actividad internética con más ímpetu y renovados brios.

     ¡Aleluya! Definitivamente me he travestido.