Por una parte las recientes noticias en el caso Gescartera sobre la sentencia en la que se condena a Antonio Camacho y sus secuaces y en la que se constata la desaparición sin rastro ni señal de 88 millones de euros, cantidad que expresada en las antiguas pesetas equivale a unos 15.000 millones, lo que dicho en estos términos permite, a los españoles de a pie, apreciar mejor la magnitud de ese desfalco.
Y, por otra, el auto judicial en el que el juez instructor del “ caso Malaya “ decreta la libertad bajo fianza de un millón de euros de Juan Antonio Roca al que el propio magistrado le calcula una fortuna personal de, al menos, 200 millones de euros, lo que equivale a unos 32.000 millones de pesetas. Le sobran, por tanto, 199 millones de euros para pagar dicha fianza.
Me han llevado a plantearme, tal y como hacíamos cuando cursábamos la carrera de Derecho, antes de iniciar arduos debates y profundas reflexiones sobre esta misma cuestión, la eterna y redundante pregunta: ¿ Es justa la Justicia ? para responderme a continuación del mismo modo en que lo hacíamos entonces: No, en absoluto lo es cuando deja sin el merecido y proporcional castigo tan exorbitantes delitos y a sus autores.
Al margen de numerosas consideraciones que avalan esta tesis, quiero apoyarme hoy en el hecho de que los delincuentes de guante blanco, esto es, aquellos que para la comisión de sus delitos no emplean la fuerza física si no el engaño, el trafico de influencias , el cohecho, la apropiación indebida, el fraude fiscal , la ingeniería financiera….si son procesados y condenados, cosa harto difícil por cierto, mientras cumplen su condena viven como reyes y al término de la misma se benefician del producto de su actividad delictiva, de manera que la imagen que se transmite a la ciudadanía es que robar, estafar y defraudar sale barato, sale a cuenta. Estos delincuentes son ricos y disfrutan de esas riquezas, estos sinvergüenzas están encantados con nuestro sistema judicial y con sus penas, solo hay que ver sus cuidadísimas jetas de aviesa satisfacción para ver que esto es así.
¿Donde esta la pasta ? : perdida en un entramado de sociedades, en una caja fuerte, en un paraíso fiscal o en todos esos sitios a la vez. Si como parece es tan difícil recuperar ese dinero y los autores, obviamente no colaboran en ello es necesario acometer una reforma de nuestro Código Penal o al menos de su sistema punitivo , es decir, del conjunto de penas y sanciones que se imponen por la realización de hechos o actividades delictivas. A estos chorizos hay que castigarlos con penas que verdaderamente sean ejemplificadoras, sanciones que desanimen a cualquiera a la hora de cometer esos delitos y que transmitan a la sociedad la certeza de que esas conductas no traen cuenta y no salen baratas sino muy caras, porqué su realización les va a acarrear la privación de lo que mas desean y persiguen con esas actividades ilícitas que es el dinero para vivir como en los seriales televisivos de ricos.
La pena que habría que imponerles junto a las demás que procedan es, nada más y nada menos, que la de declararlos “pobres de solemnidad”, es decir que durante el resto de su vida tendrán que vivir humildemente, ellos y quienes con ellos convivan.
Aunque a primera vista pueda parecer un castigo muy benigno estoy seguro de que para ellos sería mucho mas grave y disuasorio que incluso la privación de libertad por un cierto tiempo.
Se acabaron las grandes mansiones, los lujosos coches, los yates y los jets simplemente van a tener que vivir como gente normal, como tantos millones de españoles. No creo que esta pena sea tan difícil de aplicar y desde luego es proporcional a la ilegalidad cometida, creo además que seria ejemplar y cuando menos trasmitiría una impresión de justicia de la que tan necesitada esta nuestro sistema judicial.
LA JUSTICIA o la consecución de la misma no es un objetivo en si mismo, aprehenderla como un logro final es ilusorio, creo sin embargo que es un camino, en la medida en que se produzcan avances, recorriéndolo podremos afirmar que disfrutamos de un sistema judicial justo.