Modelos para la sociedad o seres idolatrados
Muchos de nosotros pertenecemos a esa parte de la sociedad que piensa que los grandes males que padece, no se deben a la actual crisis económica, ni a la de 1929, ni a ninguna otra de las sucedidas antes o entre las dos citadas. Por el contrario, creemos que los indicios de decadencia política, moral y social que venimos observando, desde hace algunas décadas, hay que atribuirla a la inversión o pérdida, en muy poc0 tiempo, de los valores con los que la humanidad se ha ido dotando durante milenios.
Con toda probabilidad, la rapidez con que se producen hoy los cambios sociales, favorecidos por las nuevas tecnologías, que además, sustituyen el ámbito local, regional o nacional por otro mundial o global, impide que por parte de filósofos, sociólogos y humanistas en general, se lleve a cabo una reflexión en profundidad sobre los nuevos principios que rigen la conducta social de los individuos, de manera que sus conclusiones, con el tiempo, nos aclaren y permitan moderar o rechazar algunos o todos ellos.
En el actual sistema de economía de mercado o régimen económico capitalista, que impera en el mundo entero, independientemente de la forma política que adopte en cada país, existe un principio básico para su funcionamiento o «valor supremo»: el consumismo, y su única herramienta: el dinero.
Para convencer al mundo entero de la bondad de este sistema, a los que pueden (los poderosos), les basta con darnos dosis masivas de publicidad engañosa y modelos sociales que nos la muestren – demuestren – en sus cuerpos, actitudes y forma de vida. Veamos, al azar, algunos ejemplos que nos ofrece el sistema:
– Kate Moss, modelo muy reconocida por su belleza, extrema delgadez (casi patológica) y por su afición/adicción a esnifar cocaína. Cuando fue descubierta haciendo esto último se pensó – así se dijo en los medios de comunicación – que su carrera iba a caer en un pozo del que le iba a resultar muy difícil salir. Nada más lejos de la realidad, no sólo no cayó en ningún sitio, ni tan siquiera sufrió un tropezón. A raíz de aquel incidente le llovieron los contratos multimillonarios de las compañías de cosméticos, perfumes y moda.
– Cristiano Ronaldo, extraordinario futbolista de origen muy humilde, de fama mundial al que imitan y copian miles de jóvenes. Lo cazan, durante sus vacaciones, en un lugar público revolcándose con una famosa heredera entre botellas de alcohol. Pagó por el champagne la friolera de quince mil euros.
– Michel Jackson, rey del pop, negro renegado, con varios incidentes y alguna demanda por pederastia (le gustaba rodearse, jugar y acostarse con niños). Llegó, gracias a su inmensa fortuna, a concertar la retirada de las acciones judiciales con los padres de los menores. Renegó también de su aspecto físico, sometiéndose a estrambóticas operaciones de cirugía: ¡vaya nariz le quedó!
Como vemos, esta enumeración es azarosa y escueta, sin embargo, la lista de modelos de esta catadura moral que nos propone el sistema es muy grande. Si añadiésemos personajes políticos, seria interminable.
Parece iluso pensar, que sin una revolución, los pocos que compartimos este pensamiento podamos cambiar el sistema de valores que se nos va imponiendo; pero resulta absurdo creer que se puede lograr algo, si no rechazamos, de plano, los modelos que gobernantes, medios de comunicación y grupos de presión nos proponen.