Estúpidos anuncios

Que la publicidad lo invade todo, es un hecho incontestable en las sociedades avanzadas, donde el consumo y el mercado rigen la actividad de individuos y gobiernos.

Que los anuncios publicitarios sean arte o al menos una expresión artística, es una opinión más controvertida, aunque cabria afirmar, una vez desprovistos de su afán mercantilista, que alguno de ellos son o forman parte de las artes audiovisuales. No es raro que grandes cineastas filmen videoclips de esa naturaleza para grandes firmas comerciales, o al contrario, que un gran número de realizadores publicitarios o formados en ese ámbito intenten, con mayor o menor éxito, pasar a rodar películas que por sí mismas forman parte del séptimo arte.

Tampoco se puede, por tanto dudar, que unos pocos anuncios sean de una gran belleza, sensibilidad o calidad artística y que otros sean sorprendentes, graciosos o incluso inteligentes.

Pero desde luego de lo que no cabe ninguna duda, es que muchos de ellos son sexistas, de ínfima calidad  y/o estúpidos. Hasta tal punto que ofenden al espectador que, harto de soportar el constante bombardeo al que le someten  los anunciantes, tiene además que asistir impasible a como se menosprecia su entendimiento.

Desde hace varios años vemos cómo una cadena de venta de electrodomésticos, productos informáticos y otros aparatos electrónicos llama expresamente tontos a todos los que no compran en sus tiendas: Yo no soy tonto proclama su eslogan, siempre que compres en sus comercios, claro, si lo haces en otros, eres imbécil, se deduce.

Por otra parte, se sabe que aprenderse de carrerilla el listín telefónico es una proeza al alcance de unos pocos y que tal esfuerzo contribuye de algún modo al desarrollo de nuestras capacidades cognitivas, en especial la memoria  ¡pero vamos! que desarrolles tu inteligencia (legal) llamando al número de teléfono de una compañía de asesoramiento jurídico ¡es el colmo! “Desarrolla tu inteligencia legal llamando a…” no entiendo, por más que me esfuerzo, en cómo puedo mejorar mi intelecto marcando un solo número telefónico. La conclusión es la misma, si no lo entiendes y no llamas, ¡ eres idiota!

Estos pajarracos no quieren reglas que limiten sus abusivas y malas prácticas comerciales: publicidad engañosa, subliminal o sexista,  no se conforman con todo esto, ni con invadir nuestro espacio visual o radiofónico, si no que incluso, nos insultan.